La casa de Bernarda Alba fue la
última obra de teatro que Lorca dejó terminada, pero no llegaría a verla
representada. El poeta, además, nunca comentó nada sobre ella, por lo que se
presenta como una de sus piezas más enigmáticas. Su lectura ha estado sesgada
por interpretaciones de corte político que diluyen lo que en Lorca no es más
que un mero marco y postergan el problema de la condición humana, esencial en
el poeta. Protagonizada por personas corrientes que salen del pueblo, negando
la heroicidad, LA CASA DE BERNARDA ALBA representa el dolor cotidiano,
familiar, hasta sus últimas consecuencias. Lorca optó por un teatro
representable, con un argumento asequible y, por ello, absolutamente crítico y
eficaz al enfrentar al público con su propia máscara. Y lo hizo, además, con
una expresión bella y precisa, poesía puramente dramática, apoyado en palabras
inquietantes que «trastornan el reposo» del espectador.
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